En los dos meses anteriores he intentado (con éxito, espero) establecer las diferencias entre los conceptos de estrategia, método y técnica de traducción. Además, me he centrado tanto en el método, como en la estrategia. Por lo tanto, este mes queda por explicar el último concepto: la técnica. Con la entrada de hoy, queda cerrado este capítulo de «teoría» traductológica. Si queréis repasar las definiciones de los otros dos términos, solo tenéis que hacer clic aquí, para el método, y aquí para la estrategia. Ahora sí, vamos con las diferentes técnicas de traducción que existen.
A día de hoy, hay numerosos listados que recogen técnicas de traducción, ya que, al igual que los métodos y las estrategias, el concepto de técnicas de traducción es muy importante. Los horizontes entre los tres términos se difuminan con mucha facilidad y es muy complicado no entremezclar significados. Hurtado Albir simplifica la explicación y permite ver de manera concisa en lo que difiere cada uno: «A diferencia del método, que es una opción global que recorre todo el texto y que afecta al proceso y al resultado, la técnica afecta solo al resultado […]. A diferencia de las estrategias, que pueden ser no verbales y que se utilizan en todas las fases del proceso traductor para resolver los problemas encontrados, las técnicas se manifiestan únicamente en la reformulación en una fase final de toma de decisiones».
4.1. Técnicas de traducción
según Vinay y Darbelnet
Estos dos
autores fueron los precursores a la hora de exponer lo que ellos mismos
denominaron procedimiento técnico de traducción. Establecieron una primera
división entre técnicas directas y técnicas oblicuas, que a su vez se
subdividen en siete categorías.
Dentro de las
directas se encuentran los siguientes procedimientos:
a) Préstamo:
consiste en transcribir la palabra del texto original directamente en el texto
meta, es decir, dejar el término sin traducir.
b) Calco: es
una variante del préstamo. Se trata de traducir palabra por palabra una
expresión idiomática o estructura sintáctica de la lengua de partida.
c) Traducción
literal: es la traducción palabra por palabra y se debería emplear cuando las
lenguas pertenecen a la misma familia.
Cuando ninguna
de las técnicas anteriores es posible, es necesario aplicar entonces los
procedimientos oblicuos:
a)
Transposición: consiste en reemplazar una parte del discurso por otra sin
alterar el sentido del mensaje original.
b) Modulación:
se trata de cambiar el punto de vista de la oración.
c)
Equivalencia: esta técnica se emplea cuando las dos lenguas son capaces de
expresar la misma realidad pero con estructuras o expresiones totalmente
distintas.
d) Adaptación:
se utiliza cuando una situación de la cultura original no existe en el sistema
cultural del texto de llegada.
Además de
estos siete procedimientos principales, hay que destacar que Vinay y Darbelnet
expusieron otros nueve que se suelen explicar, a excepción de dos de ellos,
mediante pares opuestos:
a)
Compensación: se trata de incorporar en otra parte del texto una información
que no se ha podido colocar en la misma parte en la que aparece en el texto
original.
b)
Amplificación/Economía: la amplificación consiste utilizar un mayor número de
palabras en la lengua meta para expresar el mismo sentido que en la lengua de
partida; la economía es lo opuesto.
c)
Explicitación/Implicitación: la explicitación se lleva a cabo mediante la
extracción de un significado implícito del texto original para escribirlo de
manera explícita en la traducción; el proceso inverso es la implicitación.
d)
Generalización/Particularización: la generalización es traducir un término
específico del texto original por una palabra mucho más general en la lengua
meta; la particularización es el acto contrario.
e) Gramaticalización/Lexicalización:
se trata de transformar una palabra en una estructura gramatical o viceversa.
f) Inversión:
consiste en trasladar un sintagma del texto original para conseguir una
estructura correcta en la lengua meta.
Completan esta
lista la articulación/yuxtaposición, la disolución/concentración y la ampliación/condensación.
4.2. Técnicas de traducción según Newmark
El
traductólogo propuso dieciocho técnicas de traducción. Dentro de los nuevos
conceptos se encuentran:
a)
Naturalización: es, básicamente, lo que los autores del apartado anterior
consideraban como préstamo.
b) Traducción
reconocida: se da cuando el traductor opta por una traducción que está aceptada
en la cultura de llegada pero que no es del todo correcta.
c) Equivalente
funcional: es la traducción de un término concreto del texto original por una
palabra general de la lengua meta, pero añadiéndole otro vocablo que le aporte
un significado más específico.
d) Etiqueta de
traducción: en palabras de la doctora en Traducción, Lucía Molina, es una
«traducción provisional, generalmente de un término nuevo; en principio, podría
valer una traducción literal».
4.3. Técnicas de traducción
según Hurtado Albir
Su relación de
técnicas de traducción se compone de algunas ya enumeradas por Vinay y
Darbelnet. En cuanto a las novedades, podemos encontrar:
a)
Sustitución: es el intercambio de elementos lingüísticos con elementos
paralingüísticos.
b) Variación:
es una sustitución que se lleva a cabo cuando hay que modificar el tono del
texto, el estilo o el dialecto.
c) Creación
discursiva: en palabras de la propia autora, «se establece una equivalencia
efímera, totalmente imprevisible fuera de contexto».
d) Compresión
lingüística: consiste en simplificar o reducir elementos lingüísticos.
4.4. Las técnicas más usadas en
la traducción literaria
La mayor parte
de técnicas de traducción que se han mostrado en los apartados anteriores son
generales y pueden aplicarse a la traducción de cualquier índole. Sin embargo,
algunos son específicos de un tipo de traducción (literaria, audiovisual,
jurídica, técnica, etc.) o, incluso, de la interpretación. En esta sección del
trabajo, nos centraremos en encontrar cuáles son las técnicas más utilizadas en
el mundo de la traducción literaria, o cuáles se podrían considerar más
apropiadas para este tipo de traducción.
Al igual que
ocurre con los otros tipos de traducción, el traductor literario debe
desarrollar ciertas destrezas o habilidades propias del tipo de texto con el
que trabaja para poder obtener un resultado impecable. Un buen traductor de
literatura tiene que ser capar de leer entre líneas, de llegar a comprender por
completo lo que quería transmitir el autor del texto de partida para poder
reexpresarlo en la lengua meta. Tiene que ser capaz de traducir tanto lo que se
dice en el texto original, como lo que no.
Si hay algo
que caracteriza a la mayoría de textos literarios es la cantidad de referentes
culturales particulares que contienen, y eso, como es lógico, conlleva una
serie de inconvenientes a la hora de traducirlos y situarlos en la cultura de
la lengua de llegada. Por eso, se podría decir que la técnica que debería
situarse a la cabeza de esta clasificación es la adaptación. Teniendo esto en
cuenta, la técnica de traducción literal debería ser completamente descartada
en la traducción literaria, ya que tal y como se ha dicho unos párrafos más
arriba, el traductor de una novela o un poema debe ver más allá de las
palabras.
Por otro lado,
también son de gran ayuda la ampliación lingüística y el préstamo. La primera,
cuando la lengua original contiene verbos muy específicos o estructuras
sintácticas demasiado concisas que si se tradujeran tal cual, no terminarían de
comprenderse en la lengua de llegada. En cuanto a la segunda, en ocasiones
ocurre que el autor original introduce palabras inventadas en su obra, dejando
al traductor con el dilema de intentar crear un término nuevo que se adapte
mejor en su lengua o recurrir al préstamo y transcribirla tal cual estaba en el
texto meta.
Sin embargo,
hay circunstancias en las se debe recurrir a una técnica opuesta: la omisión o
elisión. Esto implica eliminar información del texto original y no incluirla en
la traducción. Suele suceder por determinadas normas de la editorial, por algún
tipo de censura, en el caso de una adaptación para un público específico, o
simplemente porque el traductor, según su criterio propio, ha decidido que esa
parte del texto no sería relevante para los lectores de la cultura meta.
Por último,
hay que concederle la misma importancia a la compensación, ya que la tarea de
omitir cierta información en una parte determinada del texto y saber
introducirla de nuevo en un fragmento diferente requiere una destreza
impecable. Desde un punto de vista personal, dicha técnica junto con la adaptación
podrían considerarse esenciales en el proceso de la traducción literaria